Sin embargo, pese al dominio abrumador del esférico, las ocasiones no se sucedían. Sanogo no olía la pelota y la línea de creadores Gunner, pese a realizar paredes imposibles y pases milimétricos en el balcón del área, no disparaba contra la meta de Speroni.
Y el fútbol dio una nueva lección de eso, de fútbol. En la única contra que tuvo el Crystal Palace, saque de córner botado desde la derecha y Hangeland, erigiéndose sobre el resto, hacía el 0-1 para silenciar a una grada que parecía que lo veía venir.
Los de Wenger, entonces, reaccionaron. Empezaron a apretar con fuerza sobre la portería rival y, tras un aviso de Wilshere en un disparo a media altura pegado al palo, Koscielny haría el empate justo antes del descanso con un cabezazo tras un saque de falta botado por Alexis Sánchez. Salvaba los muebles el Arsenal y se iba a los vestuarios con el partido de nuevo empatado.
La segunda mitad tuvo un guión idéntico. El Arsenal no paraba de mover el cuero y el cuadro de Millen esperaba atrás, ordenado y sin fisuras, aguardando su oportunidad para asestar otro golpe. Ese golpe no llegaba, pero tampoco hacía daño el cuadro local. Salió Giroud, y también lo hizo Chamberlain cuando apenas quedaban 15 minutos, y eso el equipo lo notó. Chamberlain y Alexis imprimieron dos marchas más a la zona de creación del Arsenal y fruto de ello comenzaron a llover las ocasiones de Giroud y del propio Alexis.
Sin embargo, la pelota no entraba. Entonces apareció el de siempre. Aaron Ramsey, que ya brilló con luz propia en el inicio de campaña pasada con el Arsenal, recogió un rechace de Speroni tras disparo de Debuchy para mandar, en el 91', la pelota al fondo de las mallas y desatar la locura en el Emirates. Al final, tres puntos para comenzar con el pie derecho esta nueva Premier, aunque con las dudas de un equipo que juega a las mil maravillas al fútbol pero que se ahoga cuando entra en área rival.
Ángel García - Consuegra Guijarro
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