Estaba más que claro desde la previa. Incluso, algunos de los protagonistas lo habían aclarado: este primer compromiso post Mundial no podía ser considerado una revancha. De ninguna manera. Porque “ya no está en disputa un título del mundo”, como declaró el entrenador Joachim Löw, y porque “la final es algo que quedó en el recuerdo”, como contó Marcos Rojo.
Sin embargo, por más amistoso que fuera, a ninguno le interesaba perder este partido. Ni a los locales, que pretendían seguir festejando el campeonato del mundo frente su gente y nada menos que ante el rival al que vencieron el 13 de julio en el Maracaná; ni mucho menos a los argentinos, que no querían ser los invitados de lujo a la fiesta alemana en el Espirit Arena de Düsseldorf. Pasó el homenaje a los ya retirados de la Selección alemana Lahm, Mertesacker y -el goleador histórico- Miroslav Klose. También, el minuto de silencio por el fallecimiento de Julio Grondona. Y 52 días después de aquella tarde en Río de Janeiro, sin los lesionados Messi e Higuaín, pero con algunas actuaciones destacadas para tener en cuenta a futuro, se puso en marcha oficialmente la era ‘Tata’ Martino.
En los minutos iniciales, ambos equipos arrancaron estudiándose, sin arriesgar demasiado y esperando a ver qué iba a proponerle el rival. Hasta que pasados los 5’, mostraron claramente sus intenciones:Argentina la buscó de contragolpe con una escapada a toda velocidad de Ángel Di María que tuvo que salir a cortar el arquero-líbero Manuel Neuer, mientras que, en la jugada siguiente, Alemania respondió pero se topó con Sergio Romero que desbarató el ataque de Gómez. El local parecía más punzante en el comienzo, pero Argentina entendió rápidamente por dónde pasaba su negocio, explotando bien los espacios que dejaban los alemanes cuando atacaban. Así, sorprendieron los dirigidos por Martino cuando se jugaban 20’; Erik Lamela abrió para Di María, el Fideo frenó, pensó y con gran categoría, le puso un pase gol delicioso al Kun Agüero, que definió con total frialdad para el 1-0.
A partir de ahí, el partido creció en intensidad, con la búsqueda incesante de los teutones y las respuestas constantes del visitante, comandado por Di María, la gran figura de la cancha. Hasta que a cinco minutos del entretiempo, recuperó Mascherano, la cedió para Zabaleta y éste conectó con el Fideo que llegó hasta el fondo, enganchó y sacó el centro preciso de zurda para la definición perfecta de Lamela, entrando por el centro del área. Golazo de Argentina, que sorprendía al campeón en su propia casa. Ya en el complemento, la Selección volvió a golpear, pero esta vez desde temprano. Al minuto, Di María ejecutó un tiro libre desde el sector izquierdo que encontró la cabeza de Fede Fernández para estirar a tres la ventaja. Y como si con eso no bastaba para apagar, un poco más, la celebración alemana, el Fideo–sí, otra vez Di María-, se escapó por la derecha tras un gran pase de Zabaleta, encaró y la picó ante el achique del arquero. Otro golazo argentino. Otro cachetazo inesperado para los campeones, que respondieron al minuto, con el descuento de Schürrle, tras el rebote de Romero.
La impensada goleada parcial no afectó las ideas e intenciones de ambas selecciones. Alemania recuperó la posesión de la pelota y, de tanto insistir, encontró el segundo gol, a falta de un cuarto de hora para el final, a través de los pies de Götze. Pero Argentina, lejos de retroceder para cuidar la diferencia, siguió yendo de la mano de un incontenible Di María, que parecía estar sacándose las ganas por la final del mundo que no pudo jugar. Finalmente, el resultado no se modificó más. No hubo revancha ni la iba a haber cualquiera sea el resultado final del amistoso. Pero sí hubo un sorpresivo 4-2 para el equipo de un Tata Martino que, en su estreno al frente de la Selección, le amargó la fiesta al campeón del mundo y se llevó varios motivos para creer en que lo que viene para la Argentina puede ser mucho mejor.
Ángel García - Consuegra Guijarro
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